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Mariana Paez, la enóloga viajera.

Mariana Páez es la enóloga viajera: Luego de participar en vendimias por todo el mundo recaló en Cafayate y se puso a elaborar un “vino de autor” junto a todos sus hermanos.

La ingeniera agrónoma Mariana Páez es mendocina y enóloga. Su amplia trayectoria para formarse como tal, en distintos países, sumado a sus últimos años en Cafayate, no han logrado borrar su tonada cuyana.

La vida le ha dado el privilegio de perfeccionare con los más grandes referentes del mundo de la vitivinicultura y de participar en vendimias por regiones muy diversas del planeta, como Francia, Italia, Perú, Bolivia, China y muchas más. Hace unos 10 años llegó a los Valles Calchaquíes para hacer una vendimia y se quedó trabajando hasta hoy. Ha pasado ya por diversas bodegas.

Mariana es la tercera de tres hermanas mujeres y tiene un hermano menor, Norberto. Los cuatro descienden de un viñatero español que se afincó en Mendoza a principios del siglo veinte. Norberto se recibió junto a Mariana de ingeniero agrónomo, vive en Mendoza y también es enólogo e hizo una vendimia en Nueva Zelanda. Además de hacer sus propios vinos en Mendoza –“Paso a Paso” y “Galileo”- éste comenzó a proponerle a Mariana de elaborar un vino de autor, familiar, entre los cuatro hermanos, en los Valles Calchaquíes.

Mariana cuenta que en el gran valle salteño son muchos los enólogos que hacen su vino de autor. Y así fue que los cuatro hermanos se lanzaron a elaborar su propio vino, al que pusieron por nombre “Páez Páez Wines”, porque así son sus apellidos paterno y materno.

Para ellos Norberto viaja a Cafayate permanentemente. Natalia es la mayor de las hermanas Páez, vive en Buenos Aires y como es licenciada en Comunicación Social se abocó a la promoción, comercialización y les atiende las ferias de allí. Celina es diseñadora gráfica y desde Mendoza diseña las etiquetas del vino.  Le preguntamos a Mariana:

-Contanos del origen vitivinícola de tu familia. 

-Un día me enteré de que uno de mis bisabuelos, Gabriel Martín, llegado de España, siendo ferroviario había llegado a Mendoza tendiendo las vías, a principios del siglo veinte. Compró un campo y se quedó para siempre en esta provincia -donde nacimos los Páez Páez-, plantó vides y fundó la Bodega y Sodería Martín, que fue muy conocida en la región. Aún conservamos sus viejos sifones y un flyer de aquella época. Él elaboró y comercializó un vino llamado clarete, que es semejante al vino tinto, fermentado con los hollejos, pero con gran proporción de uvas blancas, lo que le da el color claro. Natalia, mi hermana, escribió un libro que circula por las bodegas, “Mitos y leyendas del vino argentino”, y en un capítulo, “El vino y el carnaval”, cuenta la historia de nuestra bodega familiar.

-¿Y qué fue de esa bodega?

-La bodega fue continuada un tiempo por unos primos de mi padre, pero hoy lamentablemente ha quedado abandonada. Posee una construcción de adobe muy antigua y la intentamos rescatar con uno de mis primos, que es enólogo, pero lamentablemente no pudimos.

-¿Por eso te dio de ser agrónoma? 

-También me enteré de que uno de mis abuelos había sido agrónomo. Una vez me hicieron un test vocacional y me salió “Agronomía”, como una de las carreras posibles. Como me gustaba la biología y el campo me propuse estudiar esa carrera, aunque me dijeron que era cosa de hombres. De todos modos, decidí estudiar la carrera para ser ingeniera agrónoma junto a mi hermano, Norberto, en la UNCuyo. Una vez en la Facultad, me fascinó la materia Viticultura con la que tuve mi mejor calificación.

-¿Cuándo empezaste a estudiar fuera de tu país? 

-Me recibí en 2008 y al mes viajé a Francia a una pasantía en la Unidad Experimental Pech Rouge  del INRA, que sería como nuestro INTA. Fui a seguir el ciclo completo de la floración de las vides, que ocurre a partir del mes de mayo. Allí conocí a su director, el argentino Hernán Ojeda, quien a distancia me había ayudado a hacer los trámites. Al poco tiempo no podía creer que me estaban dando clases los grandes referentes de la vitivinicultura que leía en mi facultad de Mendoza, como Claude Flanzy, Alain Carbonneau, Jean Michel Boursiquot y Alan Razunglez.

-¿Cuánto tiempo estuviste en Francia?

-A los seis meses regresé a Mendoza y participé de la vendimia 2009. Ese mismo año, a contraestación, regresé al sur de Francia por tres meses a trabajar en la vendimia, en Jonquieres Saint Vincent, donde había una cooperativa vitivinícola enorme y también estuve en Gruissan. En 2010 ingresé al INTA Mendoza y Ojeda me avisó que se había abierto la beca Erasmus Mundus, de la Comunidad Económica Europea, dedicada a los extranjeros, para hacer una maestría en Ciencias, Viticultura y Enología.

-¿Y pudiste viajar?

-La gané y elegí hacer un año en Sup Agro, en la Universidad de Montpellier, en el sur de Francia, el primer año, y el 2011 en Udine, en el norte de Italia donde está la comunidad friulana, que le da el nombre a la variedad de uvas de la zona. Aclaro que allí, los años lectivos comienzan en septiembre/octubre. Hice una vendimia en Sicilia, para aprender el idioma, y cuando obtuve la maestría, en 2012, me fui a Pomerol, en Bordeaux, a hacer una vendimia en la bodega Le Bon Pasteur, de Michel Rolland.

-Pero no tenías intenciones de quedarte allá para siempre.

-No, quería volver a mi país. Entonces le dije a uno de sus enólogos que quería trabajar en una de sus bodegas en Mendoza, porque yo temía no conseguir trabajo al regresar a Argentina. Pude regresar en 2013 a trabajar en una vendimia de la bodega que Rolland tiene en el Valle de Uco, en Vista Flores. En 2014 trabajé en una empresa que vendía insumos enológicos a las bodegas: levaduras, nutrientes, etc. En 2015, un amigo enólogo que trabaja en una bodega de Cafayate, Santiago Bugallo, me avisó que en el Valle estaban haciendo falta enólogos. Me vine a una entrevista y la dueña de una bodega me contrató. Vivo en la ciudad de Cafayate y trabajé como enóloga en dos bodegas de acá, durante 7 vendimias, desde que regresé al país, hasta 2021.

-¿Cuándo te animaste a hacer tus propios vinos?  

-En 2018. Primero empecé a hacer un vino junto a mi amiga Paula Torrejón y lo llamamos “Charata Wines”, que refiere a unas aves del norte y nos que vuelan alto y cantan a dueto, como nosotras, con nuestro proyecto femenino.  Yo hago el vino y ella lo comercializa.

-¿Actualmente en qué bodegas trabajás?  

-Desde 2022 trabajo en dos bodegas pequeñas: en Las Arcas de Tolombón, en Colalao del Valle, Tucumán, y en Aureum Terra, en Animaná, Salta. En ambas soy la responsable de la elaboración de los vinos o “wine maker”. En 2021 nació la idea de elaborar nuestro propio vino familiar, “Páez Páez”, con mis cuatro hermanos y empezamos a comprar uvas a distintos viñedos. Estoy agradecida con la bodega Las Arcas de Tolombón, que me presta sus instalaciones.

-¿Qué vinos producen en familia?

-Hoy producimos cuatro: un Torrontés 2023, uno de uva Criolla 2022, rosado, un Clarete 2022 (a partir de cepas criolla chica y torrontés), y un Cabernet Sauvignon-Tannat 2021. Mi cepa preferida es el cabernet sauvignon y ahora me encanta el cabernet franc. Actualmente el malbec es el más vendido, pero no teníamos malbec. Este año ya lo vamos a sacar a la venta, porque nos piden mucho y nos salió muy bueno.

-¿En este momento del país, los jóvenes pueden seguir viajando a formarse en el exterior?  

-Cuando regresé a mi país yo venía de viajar mucho y había trabajado por muchas bodegas y en distintos países, cuando acá se valoraban más las trayectorias largas en una misma empresa. En cambio hoy, se valoran más las experiencias como la mía. Pero si bien  actualmente tenemos más comunicación, dan menos becas y no dan tantas visas.

Se dice que antes, el ambiente del vino era muy machista. ¿Eso se abolió?

-Yo creo que sigue habiendo un cierto machismo. Siempre trabajé con hombres y sólo me ha molestado cuando he visto favoritismos por ser varones. Hace poco hubo una degustación y los invitados eran sólo hombres. En 2009 hice una vendimia en Francia y me asombró la igualdad de género que había allá. En 2014 empecé con una amiga un proyecto de degustaciones a domicilio, muy educativo, porque hacíamos probar a los clientes, kits de tintos y hacíamos un kit para mujeres, de blancos, rosados y dulces.

-¿Cómo notás el mercado actual de los vinos?

-La gente está comprando vinos baratos y acá la producción se nos torna pesada porque la logística es más cara que en Mendoza, por ejemplo, de donde traemos las botellas de vidrio. Nos preocupa que se ha ido encareciendo todo, la botella, el corcho, imprimir la etiqueta. Además, nuestros volúmenes de producción son mucho menores que en mi provincia. En Salta poseemos menos del 2% de la superficie vitícola del país y por eso nos conviene elaborar vinos de alta gama. Pero enviar el vino a Buenos Aires se nos encarece mucho.

-Contanos sobre el premio que ganaste en China.

-Poca gente sabe que China es el tercer productor de uva en el mundo, después de España, y Francia. En 2017 me tocó viajar a Shangai a participar de un concurso donde se debían elaborar 10.000 litros de cabernet sauvignon, mi cepa favorita de Argentina. Éramos cinco competidores y parecía un reality show. Giraba una ruleta y te tocaba una parcela de 3 hectáreas con viñas y la bodega en la cual teníamos que dirigir durante una temporada de cosecha. Pero la que me tocó a mí, me permitió estar sólo tres semanas. Recibíamos a los insumos de los proveedores chinos. El vino se cosecha y el tinto se fermenta rápido, en una semana. La cata final del vino que cada uno logró elaborar fue en un hotel de lujo. Cuando probé el mío me gustó. Fue una experiencia muy fuerte, de mucha tensión, pero gané la medalla de plata y también una chilena. Una inglesa ganó el primer premio, de oro.

-¿Hacés algo más en los Valles Calchaquíes de Salta?

-Actualmente soy profesora en dos tecnicaturas de Cafayate. En la IES (Instituto de Educación Superior), donde egresan como Técnico Superior en Viticultura y Enología. Y en la UNSA (Universidad Nacional de Salta) de Cafayate, donde se creó la tecnicatura universitaria en Enología y Viticultura. La primera tiene alcance provincial y la segunda, nacional. Además, integro el grupo de “Mujeres del Vino del Valle Calchaquí, integrado por enólogas y agrónomas, empresarias, profesionales, viñateras, bodegueras y demás trabajadoras del sector. También soy parte del Club de Mujeres Profesionales del Vino Argentino, que integramos unas 158 mujeres dedicadas al vino, tanto en Argentina, como también algunas argentinas que trabajan en bodegas de otras partes del mundo.

-¿Qué sueño tenés en un futuro próximo?

-Mi sueño es instalar nuestro vino “Páez Páez”, como empresa familiar que nos genere ingresos a los cuatro hermanos, aunque hoy no “llevo los huevos en una sola canasta”. Porque ya me pasó que puse todo de mí en una bodega y de pronto se me cayó ese trabajo y me quedé varada, con mucha angustia. Hacer mi propio vino me hizo valorar la industria, porque cuando una es empleada, se la pasa pidiendo insumos, tal vez sin medir los costos. Pero también me gusta dar clases, dirigir bodegas, participar en grupos de mujeres. Mi madre quiere que regrese a estar cerca de ellos en Mendoza, aunque me gustaría seguir viajando.

Mariana Páez eligió dedicarnos la cueca “La arenosa”, interpretada por la cantante porteña, Maggie Cullen. La letra fue escrita por el poeta Manuel Castilla y la música fue compuesta por el genial músico Gustavo “Cuchi” Leguizamón, ambos salteños.